lunes, julio 04, 2016

El cerdito de Rajoy

Rajoy rompe la hucha de las pensiones con nocturnidad, veranidad y alevosía

Cuando Rajoy llegó a la Moncloa, a finales de 2011, entre la famosa “herencia recibida” de Zapatero se encontró con que la hucha de las pensiones tenía 66.815 millones de euros. Pellizco a pellizco, saca a saca, paletada de miles de millones tras paletada de miles de millones del Gobierno de Rajoy, ya solo quedan 25.176. Para dos años, dicen algunos expertos. O menos, porque la caja ordinaria de la Seguridad Social está sufriendo una sangría constante. Sale más dinero del que entra, y los nuevos empleos -esos de los que presumen tanto Rajoy, su ministra de Empleo y el conjunto del PP- son baratos y precarios y cotizan poco, la ratio cotizantes/perceptores no mejora y la pensión media de los muchísimos españoles que ahora se están jubilando es bastante alta.
¿Explicaciones del Gobierno? Ninguna. ¿Transparencia? Poca, ya hemos visto la comunicación del último hachazo a la hucha. ¿Reconocimiento del problema que tenemos con las pensiones y apertura del debate? Nada de nada, no sea que haya que volver de nuevo a las urnas y se nos asusten los votantes de mayor edad, esos que nos han dado el rutilante triunfo del 26-J.
Pasado mañana lunes salen los datos de paro registrado de junio. Estamos en temporada alta de nuestra economía -servicios, turismo, construcción…- y serán buenos en las grandes cifras y malos en las de abajo, en los detalles, en los de la otra España, esa que se está yendo por el desagüe entre desigualdad, precariedad, abandono a los parados… Saldrán Rajoy, el PP y la ministra del ramo, Fátima Báñez, a sacar pecho, a presumir. Ya lo hizo ésta hace unos días, en campaña electoral. Se notaba que le habían adelantado en su Ministerio algún dato (un escándalo en cualquier otro país, pero aquí vale todo). El otro dato, el de que su secretario de Estado de Seguridad Social estaba abriendo una vez más la hucha de las pensiones para sacar la friolera de 8.700 millones de euros no se lo debieron de dar a la señora ministra en funciones o no consideró ésta que tenía que contarlo a los ciudadanos que iban camino de las urnas.
PD. Si te interesa el debate sobre las pensiones, te recomiendo este artículo publicado hace un mes en20minutos por Octavio Granado, secretario de Estado de Seguridad Social de 2004 a 2011, de cuando la hucha engordaba.


domingo, octubre 12, 2014

El deseo de Poder, y el poder del deseo.

Hay quien afirma que el peor enemigo del Anarquismo, es el reformismo. A ver, eso no puede ser. Yo soy un enorme reformista, y no soy el principal enemigo del anarquismo. Y lo explico. Las personas viven en una sociedad, confían en que a un día sucederá otro que les permitirá seguir viviendo, es decir, que confían en el sistema, aunque les fastidie. Reproducir la sociedad en la familia, en el trabajo, en la escuela, en la cultura…, es –en líneas generales–, reformista.

Luego está todo ese rollo de la revolución. Hay revoluciones científicas, políticas, económicas, tecnológicas, industriales, epistemológicas, religiosas, agrícolas… Y están las Revoluciones Sociales. Las sociales escasean, porque cambian la estructura de la sociedad y su funcionamiento, lo cual es muy complicado. Fueraparte de la represión, la gente vulgar desconfía del cambio, y solo se lanza a él cuando se acumulan un montón de sucesos voluntarios e imprevistos. Entonces se da la paradoja de que son reformistas, convertidos en masa rebelde, los que hacen la revolución.

Así que no es buena idea que el reformismo sea el peor enemigo del anarquismo. Lo primero porque hay millones de reformistas censados, y anarquistas hay en muy escaso número. Los reformistas darían una paliza impresionante a los anarquistas. Y lo segundo, porque son los reformistas los que hacen la Revolución Social. Cuando venga la próxima, pregunta al compañero o compañera que asalta el castillo a tu lado, qué quiere. No lo sabe con claridad. Apenas un mes antes, ni soñaba con coger una ametralladora. Tal vez le guste el rock cristiano… Busca pues, a los revolucionarios conscientes: muchos pueden estar, tranquilamente, a mil kilómetros del jaleo.

Ahora, tomemos a unos cuantos de revolucionarios. Mirémoslos como si estudiásemos microbios. ¿Qué hacen? Pues disputan, critican, escriben, pontifican, hablan… Yo mismo escribo lo que se me ocurre, y ni en sueños pretendo ser revolucionario por ello, líbreme Durruti. Por hablar de la revolución, no se es revolucionario. Y si observamos a las fracciones más puras de la revolución, reunidas en asamblea deliberativa… Oh cielos. No hay cosa para la que haya que tener más paciencia, que para una reunión de revolucionarios que analizan el reformismo que todo lo inavade, porque aburren a las ovejas.

Así que los revolucionarios que aseguran que el reformismo divide y destruye a los revolucionarios, hacen malas descripciones del mundo. La división y destrucción del mundo revolucionario, deriva del deseo de Poder. Ese deseo, si te invade, tiene un efecto inmediato: hace que centres toda tu energía en conseguir que los demás hagan cosas que no quieren hacer.

Y en esto del Poder y del deseo, el Acratosaurio es muy anarquista: mi deseo es hacer lo que yo quiero. Lo que hagan los revolucionarios con sus divisiones, con sus peligros, con sus depuraciones, con sus temores…, es cosa de ellos. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.


por Acratosaurio Rex



Sherlock... buscando pistas


Matad al perro

Hay personas que cuando les comento que “mataron al perro”, o que cuando aplaudo a las chicas que se empotraron con la furgoneta intentando impedir el paso a los del asesinato, me indican que mi sensiblería les da asco, dado que me preocupo de un perro, y obvio el problema de que se es sensible con el perro, porque aquí vivimos bien, en el Primer Mundo, y podemos permitirnos ese lujo… En mi opinión, semejante raciocinio es incorrecto.

Cuando se es pobre, cierto, se come uno lo que pilla. Yo he conocido a gente que, necesitados de condumio, se zamparon en el año del hambre, ratas, gatos, perros y a su abuelo. Nada que objetar por tanto al hambre y a la gastronomía subsiguiente… Pero, vaya, observo que quienes me afirman que esa sensibilidad que tengo con los bichos les avergüenza, resulta que están incluso gordos, van a bares, toman drogas recreativas… Es decir, disfrutan del Primer Mundo y –sin embargo–, son más brutos que un saco de martillos. O sea, que no se puede decir que ser empático, sea cualidad de gente próspera y ociosa.

En mi caso y por alusiones, aparte de la tristeza existencial que me causa la muerte de cualquier ser vivo, están puras consideraciones prácticas. Quienes estén disfrutando de las espantosas declaraciones de autoridades sanitarias y expertos en esto del ébola, pueden percibir que tratan con absoluto desprecio, no solo la vida de un perro, si no la de los propios trabajadores del sistema. Primero les obligan a realizar actividades para las que no han sido entrenados. Les coaccionan bajo amenaza de sanción o despido, a meterse en un ambiente séptico. Si una de ellas se contagia, la culpa es suya, por no haber hecho bien las cosas. Y si cunde la indignación entre los sanitarios, responden que de qué se quejan, que ese es su trabajo. Y eso, lo dicen personas del Primer Mundo, puras bestias con corbata, para quienes la vida humana vale un pimiento, pues el hecho de que no ejecuten a los que han tenido contacto con la plaga, se basa en meras consideraciones políticas. Porque llegado el caso, nos asesinan físicamente.

Con ello quiero decir, que las chicas que se lanzaron con la furgoneta a defender a un perro, o que se les fueron los frenos, vete a saber, y las personas apaleadas en el piquete por La Guardia, no luchaban solo por la vida de un animal, si no –digo yo– por una forma de entender la vida, que percibe a cualquier ser de este planeta como un pariente al que podemos considerar digno de ser amado. O –filosóficamente hablando–, digno de tener la oportunidad de vivir.

Eso incluye a las serpientes venenosas, virus y dirigentes políticos. Que podemos amar la vida, y cuidar de que no nos maten. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.





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martes, diciembre 17, 2013

En España también hubo Holocausto

Este judío alemán deja dinero en su testamento para abrir fosas del franquismo
La noche de los cristales rotos, del 9 al 10 de noviembre de 1938, Harry Natowitz tenía 10 años y dormía. “Cuando me desperté al día siguiente, yo me había quedado sin colegio y mi padre, sin negocio”, recuerda. Los nazis dedicaron aquella madrugada a quemar los comercios, oficinas y sinagogas judías. “Yo era un niño, pero ya sabía que había un grupo de personas, los nazis, que no nos querían y desde 1936 mis padres no me dejaban jugar en la calle porque entonces la delación era el deporte nacional. Vivía recluido”.
Aquella mañana empezó para la familia una larga huida. Mientras sus padres intentaban conseguir un visado pagando sobornos en cada consulado, Natowitz fue enviado a Amberes con unos parientes. Allí conoció a una persona que iba a marcar su vida hasta su última voluntad: su primo Isidoro Springer, brigadista internacional contra Franco en la Guerra Civil.
“Me llevaba a ver a otros brigadistas y rememoraban durante horas las batallas del Ebro, del Jarama, mientras cantaban canciones del frente. Era la primera vez que oía hablar de España. ¡Solo había ido dos años al colegio! Él hablaba con pena de la Guerra Civil. Era un idealista. Después luchó contra Hitler y murió en una cárcel de la Gestapo en 1943”.
Finalmente, la familia emigró a Bolivia. El Orazio les llevó al puerto de Arica, en Chile. Durante el trayecto, Natowitz vio cómo los nazis infiltrados tiraban sus esvásticas al mar. “En la siguiente travesía, hubo una explosión y el barco se hundió. Nos salvamos por un día”. Una vez en Bolivia, Argentina les pareció “la tierra prometida”, así que tras pagar a unos contrabandistas, llegaron al país que ya había acogido a cientos de exiliados españoles. “Los había de todas partes: gallegos, asturianos, murcianos... Contaban historias muy parecidas a la nuestra. Ellos habían huido del fascismo y nosotros también. Al conocerles, entendí de qué hablaba mi primo brigadista”.
Entre 1968 y 1971, Natowitz estuvo trabajando en Madrid como representante de una empresa alemana de maquinaria industrial, explica ante un bocadillo de jamón ibérico — “me encanta, siempre me llevo a Alemania cuando vengo”—. “Cuando te ganabas la confianza de los clientes, te hablaban del sufrimiento de no haber podido enterrar a su familiar fusilado. Y cuando venían clientes de Alemania pedían ir al Valle de los Caídos, les llamaba mucho la atención. En Alemania es inimaginable que pudiera existir algo así. Es una vergüenza que siga igual que lo dejó Franco”.
Por todo esto, cuando Natowitz se puso a escribir su última voluntad, se acordó de incluir en su testamento a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que ha impulsado la apertura de más de un centenar de fosas desde el año 2000. “Les escribí una carta pidiendo su número de cuenta y se sorprendieron mucho. Me invitaron a un acto de entrega de restos. Pensé que iba a ser un observador neutral, que no me afectaría. Pero lloré como un perro al ver a los hijos y nietos transportar los pequeños cofres llenos de trozos de huesos. Yo perdí 20 familiares durante el Holocausto, cremados en campos de concentración. En España también hubo Holocausto, aunque muchos españoles no sean conscientes. Es un escándalo que 40 años después de la muerte de Franco siga habiendo tantos esqueletos tirados en fosas y cunetas. Pienso en ese abandono y siento rabia”.
Natalia Junquera
Fuente: www.elpais.com



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viernes, noviembre 29, 2013

El Genocidio franquista

España es una anomalía histórica. Es el único país europeo con 200.000 desaparecidos y unas leyes que garantizan la impunidad de sus verdugos. Naciones Unidas reclama al Estado español que elabore un “plan nacional de búsqueda de desaparecidos”, anule la ley de Amnistía de 1977 y enjuicie a los autores e implicados en el exterminio sistemático de fuerzas políticas de izquierdas perpetrado entre julio de 1936 y noviembre de 1975.

Ante la pasividad del gobierno español, la justicia argentina prepara una querella contra 300 responsables de la represión franquista. Entre los imputados, se encuentran Rodolfo Martín Villa, que ordenó la masacre de Vitoria-Gasteiz, José Utrera Molina, ministro franquista y uno de los firmantes de la condena a muerte de Salvador Puig Antich, Juan Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, brutal agente de la Brigada Político-Social, Jesús Muñecas Aguilar, guardia civil golpista y notable torturador, y Fernando Suárez, que participó en el consejo de ministros que firmó las últimas ejecuciones del régimen en septiembre de 1975. Es improbable que estos criminales acaben en un tribunal, pues el gobierno español –neoliberal o socialdemócrata- se inventará cualquier argucia legal para evitar su extradición. La Transición española no fue una ruptura con el franquismo, sino una Reforma del franquismo, que agravió nuevamente a sus víctimas, condenándolas a ser polvo y olvido en algunas de las 2.500 fosas clandestinas excavadas por falangistas, requetés, guardias civiles, católicos devotos, aristócratas y militares

El principio de jurisdicción universal reconoce la competencia de cualquier tribunal para encausar a los responsables de delitos contra la humanidad. Son crímenes que nunca prescriben por su especial gravedad. La España de la Transición no mostró ninguna preocupación por las víctimas de la dictadura. Los asesinos y torturadores continuaron en sus puestos, a veces condecorados y homenajeados. Rodolfo Martín Villa concedió en 1977 a Juan Antonio González Pacheco la Medalla de Plata del Mérito Policial y organizó una cena en su honor, alegando que su iniciativa constituía un “desagravio a la persecución de la que es objeto por parte de algunos medios de comunicación”. Actualmente, Pacheco trabaja en empresas privadas de seguridad y Martín Villa es un próspero empresario. No se trata de casos aislados, sino de un fenómeno generalizado. Los comisarios Manuel Ballesteros y Roberto Conesa, dos policías que adquirieron una siniestra fama por su ferocidad durante los interrogatorios, prosiguieron tranquilamente sus carreras, participando en las operaciones de “guerra sucia” contra ETA. Los asesinos del estudiante Enrique Ruano (los inspectores Celso Galván, Francisco Luis Colino y Jesús Simón) escalaron posiciones con el PSOE, obteniendo condecoraciones y altos cargos. Algo semejante sucedió con José Antonio Gil Rubiales y Juan Antonio González García, ambos implicados en las salvajes torturas que acabaron con la vida de Joxe Arregi, presunto militante de ETA. En 2005, Gil Rubiales fue nombrado Comisario del Cuerpo Nacional de Policía de Santa Cruz de Tenerife. Un año antes, el PSOE había otorgado a González García el cargo de comisario general de la Policía Judicial. José Matute y José Martínez Torres también pertenecían a la Brigada Político-Social. Matute torturó y mató en 1975 a Antonio González Ramos, militante del Partido de Unificación Comunista de Canarias. En 1983, José Barrionuevo, Ministro del Interior del primer gobierno del PSOE, requirió su colaboración para rastrear el Barrio del Pilar, buscando a un comando de ETA. Barrionuevo también recurrió a Martínez Torres. Le situó al frente de la Brigada Central de Información, sin inquietarse por los innumerables testimonios que le responsabilizaban de crueles torturas físicas y psíquicas. En las Fuerzas Armadas, se actuó con los mismos criterios. El general José Antonio Sáenz de Santamaría, que había combatido al maquis en los años de la posguerra, y se había encargado de organizar los últimos fusilamientos del franquismo en septiembre de 1975, fue designado director general de la Guardia Civil por el gabinete de Felipe González. Se le atribuyen muchos éxitos en su lucha contra el maquis, empleando pequeñas dosis de pentotal sódico, que inducen un estado de aturdimiento y favorecen las confesiones. La Gestapo utilizó habitualmente este procedimiento. El fervor de Sáenz de Santamaría por los métodos de la guerra sucia se plasmó en una frase sobrecogedora: “Prefiero la guerra a la independencia de Euskadi”. El teniente general Andrés Casinello se movió en la misma línea. Se le considera el fundador del GAL verde y el cerebro del Plan ZEN (Zona Especial Norte), que incluían las técnicas clásicas de contrainsurgencia: torturas, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales. Casinello se limitó a poner en práctica los conocimientos adquiridos en la base militar norteamericana de Fort Bragg. El Plan ZEN obedecía a la filosofía de combatir la subversión, aplastando sus diferentes focos territoriales. De esta forma, el Estado español se sumó a la doctrina de la seguridad nacional, copiando en Euskal Herria la actitud norteamericana con su “patio trasero” (América Latina) y con los países asiáticos y africanos situados bajo su esfera de influencia.

Las aguas turbias de la Transición proceden del ánimo genocida de los sublevados en 1936. Mola, Franco y sus conmilitones ordenaron que se fusilara sistemáticamente a todos los desafectos al Movimiento. En una nota del 19 de julio de 1936, Mola afirma que el propósito de la rebelión es “sembrar el terror… eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros”. La brutalidad de Mola no conocía límites. Es famosa la frase que le espetó a su secretario personal: “Yo veo a mi padre en las filas enemigas y lo fusilo”. Franco obraba de acuerdo con la misma filosofía. En julio de 1937 declaró al periodista norteamericano Jay Allen: “No puede haber ningún acuerdo, ninguna tregua. Salvaré a España del marxismo a cualquier precio”. “¿Significa eso que tendrá que fusilar a media España?”, preguntó el corresponsal. “He dicho a cualquier precio”, contestó el general, con su frialdad característica. El capitán Aguilera, jefe de prensa de Franco y décimo séptimo conde de Alba de Yeltes, se muestra más explícito y displicente: “En épocas más sanas… las plagas y las pestes solían causar una mortandad masiva entre los españoles… Son una raza de esclavos… Son como animales, ¿sabe?, y no cabe esperar que se libren del virus del bolchevismo. Al fin y al cabo, ratas y piojos son los portadores de la peste… Nuestro programa consiste en exterminar a un tercio de la población masculina de España. Con eso se limpiaría el país y nos desharíamos del proletariado”. Gabriel Jackson estima que la represión franquista causó 400.000 víctimas. En La República española y la guerra civil (1931-1939), un clásico de la historiografía contemporánea, menciona la visita de Heinrich Himmler a Madrid en 1941. Himmler, que aportó su experiencia para mejorar el entrenamiento de la policía política española, “desaprobó, por razones tácticas, el promedio de ejecuciones”, pues lo consideró excesivo. Después de examinar rigurosamente varias fuentes, Gabriel Jackson desglosa el número total de víctimas: “100.000 muertos en los campos de batalla; 10.000 por las incursiones aéreas; 50.000 por enfermedades y desnutrición (durante la guerra civil); 20.000 por represalias políticas en la zona republicana; 200.000 por represalias nacionalistas durante la guerra; 200.000 prisioneros rojos muertos por ejecución o enfermedades de 1939 a 1943”.

Se afirmó que las cifras de Gabriel Jackson eran una exageración incapaz de soportar el contraste con la realidad. Sin embargo, hace pocos años Paul Preston calculó que había 180.000 desaparecidos en fosas clandestinas. A esta cifra espeluznante, hay que sumar las ejecuciones con sentencia y las muertes en la cárcel por torturas, enfermedad o malos tratos. El periodista norteamericano Charles Foltz, corresponsal de la Associated Press en Madrid durante los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, publicó en 1948 una obra titulada The masquerade in Spain. Foltz sostiene que el número de ejecutados o muertos en prisión entre el 1 de abril de 1939 y el 30 de junio de 1944, según datos oficiales facilitados por el Ministerio de Justicia, asciende a 192.684. Esta cifra, que se ha considerado improbable y desorbitada, coincide con las impresiones del conde Galezzo Ciano, yerno de Mussolini y ministro de Asuntos Exteriores de la Italia fascista. Tras recorrer diferentes regiones de España en julio de 1939, escribe: “Sería inútil negar que sobre España pesa todavía un sombrío aire de tragedia. Las ejecuciones son aún muy numerosas; sólo en Madrid, de 200 a 250 diarias; en Barcelona, 150 y 80 en Sevilla, que en ningún momento estuvo en manos de los rojos”. No me atrevo a dar una cifra total, pero entre las víctimas del franquismo hay que incluir a 30.000 niños y niñas separados forzosamente de sus familias, la mayoría hijos de presas republicanas. Hay otros 6.000 casos de bebés robados durante el tardofranquismo y la primera mitad de la actual democracia, casi siempre por motivos de “higiene social” (hijos de madres solteras o de familias con un perfil marginal). En La guerra civil española, Antony Beevor especula que “la represión franquista durante la guerra y la posguerra podría situarse alrededor de las 200.000 víctimas”. Beevor apunta que esta estimación –para muchos, inferior a la realidad- confirma las amenazas del el general Gonzalo Queipo de Llano: “juro por mi palabra de honor y de caballero que por cada víctima que hagáis, he de hacer por lo menos diez”. Las cifras de Gabriel Jackson han sido avaladas por los hallazgos de nuevas fosas clandestinas. Hace dos años, se calculaba que existían 1.000 fosas sin exhumar. En ese tiempo, se han descubierto otras 1.500. Con estos datos, no se puede negar que el franquismo cometió un genocidio.

La exhumación de las fosas y la imputación de los culpables son tan importantes como un relato objetivo de los hechos. El sentido de la justicia exige una perspectiva ética, que permita dilucidar la posición moral de los contendientes. Por ejemplo, ¿cuál es el punto de vista más adecuado para hablar de la lucha del maquis? El maquis actuó entre 1939 y 1965. Su ofensiva de más envergadura fue la invasión del Valle de Arán en octubre de 1944, donde 4.000 guerrilleros se enfrentaron a un contingente de tropas franquistas compuesto 50.000 hombres bajo el mando de los generales Juan Yagüe y José Moscardó. La ofensiva fracasó. Los maquis sufrieron 588 bajas y los franquistas 248. Este descalabro no evitó que el maquis mantuviera su desafío, pero a una escala más pequeña, empleando la táctica de guerra de guerrillas. En el artículo publicado en el diario YA el 12 de octubre de 1971, el teniente coronel José María Gárate, adscrito al Servicio Histórico Militar, publicó un artículo titulado “Veinte años del hundimiento del maquis”. Gárate escribe: “No hay un balance completo de bajas, pero la Guardia Civil tuvo 276 muertos. Los muertos y heridos de los bandoleros fueron más de 5.500 en unas 8.000 acciones terroristas”. En un reportaje publicado en el ABC en 1994 para conmemorar el ciento cincuenta aniversario de la Guardia Civil, se proporcionan cifras más precisas: “Bajas de bandoleros, 5.548. Bajas del Cuerpo, 624. Detenidos como enlaces, cómplices y encubridores, 19.407”. ¿Eran los maquis bandoleros, terroristas? ¿Se puede considerar a los guardias civiles abatidos víctimas del terrorismo? En mi opinión, el maquis fue un ejemplo de resistencia y dignidad. La represión ejercida por el Ejército y la Guardia Civil sólo puede interpretarse como una prolongación del genocidio perpetrado por el régimen franquista. Sin embargo, el partidista y vergonzoso Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia llama “terroristas” y “bandoleros” a los combatientes del maquis. Al mismo tiempo, elogia la figura de los generales golpistas y el “Glorioso Alzamiento Militar”. Semejante planteamiento sería inaceptable en Francia, que honra los héroes de la Resistencia, o incluso en Alemania, que prohíbe cualquier forma de exaltación de la dictadura nazi.

En España, se considera “enaltecimiento del terrorismo” homenajear a José Miguel Beñarán Ordeñana, “Argala”, pero Luis Utrera Molina, suegro de Alberto Ruiz-Gallardón y ex ministro de Franco, puede escribir tranquilamente: “Franco murió cristianamente en la cama de un hospital público, después de 40 años de buen gobierno rodeado del cariño de su pueblo y fue ensalzado y homenajeado por su sucesor, el hoy Rey de España”. Imagino que entre los logros y cimas de ese “buen gobierno” hay que incluir las fosas clandestinas que albergan aún los restos de un número creciente de desaparecidos, pues cada vez que se realizan trabajos de exhumación aparecen más víctimas de las esperadas. José María Pemán, en una arenga que retransmitió Radio Jerez el 24 de julio de 1936, expresó inmejorablemente el espíritu de la sublevación: “La guerra, con su luz de fusilería, nos ha abierto los ojos a todos. La idea de turno o juego político ha sido sustituida para siempre por la idea de exterminio y de expulsión”. Desgraciadamente, este espíritu no se ha extinguido y sigue impidiendo que España se convierta en un país realmente democrático, donde se prohíba el ensalzamiento o justificación de la dictadura franquista, se borren definitivamente sus símbolos, se enjuicie a los responsables de sus crímenes y se exhumen los restos de los miles de hombres y mujeres asesinados por su compromiso con una sociedad más libre e igualitaria. Hasta entonces, España será una anomalía, una estructura opresiva que no cesa de inventar leyes para criminalizar las protestas sociales, amordazar a los disidentes, frustrar los anhelos independentistas y pisotear la memoria de los que perdieron la vida ante un pelotón de ejecución o en el infame garrote vil. Tal vez la muerte del joven anarquista Salvador Puig Antich, lentamente estrangulado por un verdugo ebrio y esmirriado un lúgubre 2 de marzo de 1974, simboliza de forma particularmente trágica la brutalidad de una dictadura que aún contamina el presente, recordándonos que los canallas duermen tranquilos y las víctimas aún claman justicia desde las entrañas de la tierra.


Rafael Narbona

Fuente: rafaelnarbona.es



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domingo, noviembre 24, 2013

Acción y Reacción

El gobierno ha aplazado por una semana la promulgación de la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana, por “ajustes técnicos de última hora”. Y andan dándole vueltas a una Ley de Huelga que la haga imposible. Algo les ha debido de apestar cuando retrasan siete días el contubernio. Mientras, doscientos trece abogados del Estado se encuentran en estos momentos cuadrando la Ley, buscando en internet lo que hacen en Corea con los escraches y cosas así. De una cosa podemos estar seguros: peor será el lapo, mientras más tiempo se tomen en elaborar el gargajo.

¿Qué efectos tendrá toda esta represión administrativa? Vamos a ver, ya no les basta con moler a palos a los activistas y con encarcelar a unos cuantos. Quieren impedir a toda costa que la gente se exprese a base de multazos de hasta 600.000 euros. Como cuando aparcas mal el coche y se lo lleva la grúa, pero a lo grande. Y luego, o pagas, o recurre, abona tasas y costas, paga, y mira cómo te embargan la casa -si la tienes-.
El efecto inmediato de esta política, podría ser el de la inhibición: si la gente percibe que las manifestaciones no solo son inútiles, si no costosas; si las ongs se percatan de que colgarse de un puente con una pancarta vale 200.000 euros; y si el trabajador ve que hacer huelga solo sirve para que te abaraten el sueldo… Pues dejarán de hacerlo abiertamente. ¿Se acabará ahí todo? No claro.

Es un principio de la física, una ley de la naturaleza, que toda acción tiene una reacción en sentido contrario y de igual fuerza. Una vez tapen la válvula de la olla a presión los reaccionarios, la temperatura aumentará. Aparecerán líneas de acción brutales, oscuras y clandestinas, que explorarán vías dudosas para salir de la miseria al margen de la ley: sicarios criminales y corruptos policías medrarán en este ambiente: vete preparando la cartera. También aparecerán grupos que ejercerán la violencia allí donde puedan ejercerla, con absoluto desprecio de la propia vida y la de los demás. Poco a poco el mundo que queremos, se vendrá abajo, y lo veremos lleno de mafias, soldados y tanquetas.

¿Le interesa al Poder establecido, que surjan muchos grupos de desesperados, para atemorizar a la población con guerritas localizadas que mantengan al pueblo acojonado en casa? Pues ya se verá. Porque en 1788 los aristócratas estaban tan tranquilos, y ni por un momento podían sospechar que en 1789 tendrían que subir al patíbulo.

Siglo XX: qué malo fuiste para el Capitalismo, que ahora el XXI ejecuta su venganza. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.


por: Acratosaurio Rex




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miércoles, noviembre 20, 2013

España y el franquismo. ¿Vencedores o vencidos?


Aunque no se le denomine por su nombre, el franquismo en nuestro país que muchos no se atreven a llamarle por su nombre, España, es tan real como nuestra vida misma. Según la Real Academia Española es un “Movimiento político y social de tendencia totalitaria, iniciado en España durante la Guerra Civil de 1936-1939, en torno al general Franco, y desarrollado durante los años que ocupó la jefatura del Estado. Periodo histórico que comprende el gobierno del dictador.

La semántica de este vocablo solamente nos da una pauta para su ubicación histórica, pero sus consecuencias sobrepasan el tiempo y el espacio. Con la muerte del Caudillo de España, que lo fue por la Gracia de Dios, desapareció la dictadura y se restableció el Estado de Derecho que el mismo general golpista aniquiló. La legalidad y legitimidad de la II República de 1931, destruida por el dictador fue restablecida con la Constitución de 1978.

Al margen del pacto constitucional fruto de un consenso nacional, se estableció otro pacto, no escrito y mucho menos signado entre los franquistas procedentes de la dictadura y los políticos venidos de la clandestinidad y del exilio. A este periodo del post franquismo se le denominó como la Transición de la dictadura a la democracia. Este pacto mutiló la Justicia Universal, amordazó a las víctimas del execrable régimen y dejó impune los crímenes cometidos durante la dictadura. Esta forma de liquidar el negro pasado más reciente de nuestra nación, se hizo en aras de evitar una involución en la incipiente democrática y una intervención militar, caso este último que se logró abortar.

La llamada modélica Transición creó un estilo de entender la política evitando mirar hacia atrás; dando pábulo al franquismo cada día menos disimulado. Evitando condenar la dictadura y mucho menos tipificar la apología del franquismo como delito. A este carro de la historia se han subido el Rey de España, el Partido Popular, el Capital y la Iglesia, que no han condenado al franquismo y tampoco se espera que lo hagan en un futuro. Hoy tenemos instalado en el Gobierno, sin disimulo, la dinastía fascista en su versión española, los franquistas: Franco, Fraga, Aznar y el personaje más ambiguo, Rajoy.

Es preciso concluir esta columna determinando en este periodo que comienza en 1936 hasta nuestros días, quiénes fueron los vencedores y los vencidos. Los verdugos y las víctimas. Las derechas y las izquierdas. De ninguna manera son todos iguales ni hicieron lo mismo. ¿Con qué autoridad moral los franquistas instalados en el Gobierno, exigen perdón y arrepentimiento a los terroristas de ETA? Cuando ellos no los hacen con las víctimas del franquismo.




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lunes, octubre 14, 2013

La lista de la infamia: Curas del 36 en Valladolid

En el año 1936, tras la sublevación militar, los párrocos de los pueblos tomaron mayoritariamente partido por los alzados, en quienes veían unos valedores que les iban a devolver el poder que detentaban antes de la llegada de la República. Bien sabían estos curas que el alzamiento era ilegal y que se estaba haciendo mediante el derramamiento de sangre inocente. Prácticamente en todas las localidades, falangistas y guardias civiles desleales detenían a las autoridades legales, a los dirigentes sindicales, a los obreros significados, a sus mujeres y a sus familiares, y los sometían a tratos inhumanos, golpeando, violando, robando y asesinando a muchos de ellos.
El mandato de los religiosos está bien claro para todos: su deber era detener la violencia, impedir los crímenes y acabar con la orgía de sangre que se desataba sobre la población civil, inerme e indefensa. Sin embargo, la Iglesia desoyó estos mandatos sagrados y alentó a sus párrocos a que se unieran al golpe, al que de inmediato bautizaron como Cruzada, otorgándole todas sus bendiciones.
Los curas tenían una gran autoridad moral. Allí donde se opusieron a los crímenes, éstos no se produjeron. Pero por desgracia para las víctimas, para sus familias, para los pueblos y para su propia imagen y la de la Iglesia, la gran mayoría de los curas apoyaron decididamente el alzamiento y sus procedimientos sanguinarios, y a veces no solo intelectualmente o dando su bendición a los asesinos, sino también materialmente, con las armas en la mano.
Cegada por la posibilidad de ejercer su poder sobre la sociedad entera, la Iglesia católica se dedicó a forzar la voluntad de los ciudadanos que se habían salvado de la muerte obligándolos a casarse por la iglesia, a bautizar a los hijos de los que no eran católicos cambiándoles incluso el nombre si no estaba en el santoral, a penalizar a las personas que no asistían a misa, llevando al día la relación de los que no se confesaban o no comulgaban. Daba igual que esas personas no fuesen creyentes o que profesasen otra religión. La iglesia católica reclamó para sí la obediencia debida de todos los ciudadanos y la obligatoriedad de las prácticas religiosas por las buenas o por las malas. La coacción, la amenaza, los malos informes que destruían la vida de la gente o el señalamiento de los que ellos denominaban “malos cristianos” fueron la seña de identidad de una iglesia inquisitorial, cuyos ministros causaron mucho daño y dolor con sus actos o su pasividad.
Obligar a una persona a practicar la religión en contra de su voluntad está considerado sacrilegio por la propia iglesia, lo que no fue obstáculo para que se implantase la religión de manera obligatoria en todo el país y a todos los niveles de la vida: en la enseñanza, las instituciones, las costumbres sociales y la vida personal.
En muchas localidades de nuestra provincia y en la propia capital, la actuación de los curas fue tan inhumana, tan cruel y tan alejada de lo que puede considerarse un comportamiento cristiano, que quedó impresa en la memoria de los vecinos. Estos curas, que por su posición hubieran podido mediar a favor de las víctimas, muchas veces aparecieron al lado de los verdugos, contribuyendo con sus acciones a empeorar la suerte de sus vecinos. Es una verdadera lástima que la iglesia católica pierda oportunidad tras oportunidad de desmarcarse de estos elementos, condenando sus acciones y pidiendo perdón por su actuación en aquellos años de crimen y terror.


LA ACTUACIÓN DE LOS CURAS SEGÚN LA MEMORIA DE LOS TESTIGOS
Juan Julián, párroco de San Ildefonso, en Valladolid, acudía a las Cocheras de Tranvías para catequizar por las buenas o por las malas a los allí detenidos, aunque se declarasen ateos, agnósticos o protestantes. Acudía a las sacas, dejándose ver por los presos, quienes por su presencia detectaban que iba a producirse un asesinato. Dos o tres curas de Los Filipinos solían acompañar a las patrullas falangistas en sus acciones. Llevaban camisa azul e iban armados. Se les llegó a conocer bien y se les reconocía por su tonsura y sus medallas y escapularios. Además eran los encargados de catequizar a los presos de Las Cocheras. Se llamaban el padre Tirso y el padre Baladrón. Sus homilías eran amenazadoras. Una frase que repetían continuamente y que quedó grabada en la memoria de los detenidos era: “Habéis pasado por una criba ancha; ahora pasareis por otra más fina, y al final no quedará nadie”. Y hubo gente que se atemorizó y marchaba a comulgar, pensando que los curas darían buenos informes y que podrían salir, pero estaban muy equivocados, pues aquellos curas deseaban de verdad que no quedara nadie. (Testimonio de J. P. R., preso en Las Cocheras).
Padre Cid, adscrito a la Cárcel Nueva, impartía la misa obligatoria, descalificaba y humillaba a los presos e intentaba que recibieran los sacramentos cuando los iban a fusilar. Más adelante fundó un Patronato para menores, a donde fueron a parar muchos hijos de estos mismos fusilados; allí intentaba “reeducarles”. Ese lugar, “Cristo Rey”, se financió con el trabajo esclavo de los presos.
Rufino Caldevilla, párroco de La Magdalena y sobrino del canónigo Valero Caldevilla, acudió al Alto del León, presa de un ataque de patriotismo, según testimonio de J.L. Galindo, un falangista camisa vieja, que estuvo con él; iba armado. Es un alegre clérigo… me lo imagino disparando trabucos y no le cae mal la imagen… Cuando regresó a Valladolid y volvió a hacerse cargo de la parroquia, denunció a aquellos vecinos que bajo su punto de vista eran “indeseables”. Anteriormente se había mostrado beligerante con los sectores de la izquierda, y cuando se produjo el golpe colaboró con eficacia: denunció personalmente a la familia de Heraclio Conde, quien fue fusilado junto con sus dos hijos varones (testimonio de Conde Conde).

Eladio Tejedor Torcida, párroco de Barcial de la Loma en 1936, estaba enfrentado con las gentes de izquierdas desde el advenimiento de la República. Cuando se produjo el golpe, el alcalde impuesto por los golpistas fue Vicente Vázquez de Prada, que era partidario de detener y entregar a los izquierdistas, pero se opuso a que los mataran. El cura insistió e insistió en la necesidad de “limpiar el pueblo, como se estaba haciendo en todos los pueblos de alrededor”, y al final se hizo así. Este cura, tras inducir al asesinato del alcalde elegido, Modesto Rodríguez, obligó a la viuda a bautizar al hijo de éste y a cambiarle el nombre que su padre le había puesto (Besteiro). Otro acto de este cura fue el de casar in extremis al vecino Florencio Sinde, destrozado por las torturas recibidas, con brazos y piernas rotos e inconsciente en los calabozos del ayuntamiento de Barcial; este hombre estaba casado por lo civil, y antes de rematarlo, hizo que llevaran allí a su esposa y los casó religiosamente (testimonio de la esposa).
Florentino, cura de Bocigas, acompañaba a las patrullas de asesinos, según él para confesar a las víctimas.
Lorenzo Pérez González “Lucilina”, fue uno de los máximos responsables de los hechos sangrientos ocurridos en el pueblo de Villabáñez. Mantenía un enfrentamiento directo con los vecinos de ideas izquierdistas y con la Corporación Municipal; intervenía en las cuestiones políticas, en los temas económicos, como la gestión de los montes comunales; impulsó un sindicato católico, con el que se enfrentaba a la Casa del Pueblo… El propio arzobispo Gandásegui llegó a decir de él que “había envenenado al pueblo”. En 1936 designó a las víctimas y no movió un dedo para frenar la represión desatada contra los vecinos, aunque salvó al que le pareció oportuno, con lo que demostró que tenía poder para haber impedido la matanza.
José de Rojas Martín, ejercía como párroco en Castrillo Tejeriego, donde dio el visto bueno y firmó la lista de los que debían ser represaliados. La madre de este cura iba diciendo por el pueblo que “había que fusilar a los hijos de los detenidos, porque llevaban el mismo camino que sus padres”.
Sergio Martín Martín, procedente de Medina de Rioseco, donde también colaboró en la elaboración de las listas de los que debían morir, estaba en Castromonte como párroco. En julio de 1936 se encontraba en Asturias, pero pudo regresar a mediados del mes de septiembre, y fue entonces cuando comenzó la represión en Castromonte. Muchos testimonios le atribuyen responsabilidad directa en muertes ocurridas en Rioseco y la zona de la Santa Espina, además de las ocurridas en Castromonte.
Ictinio, párroco de Tiedra, ayudó a elaborar las listas de víctimas; alentó a los falangistas de la localidad, y fue directamente responsable del asesinato de David Criado, un vecino que estuvo detenido y regresó al pueblo al finalizar la guerra.
Bibiano del Campo Mucientes, natural de Villalba de los Alcores. Estaba de párroco en Wamba en la época de la sublevación. Colaboró haciendo listas y también de manera material: él mismo llevó cuerdas para atar a los detenidos.
Pablo Rojo era párroco en Mojados. En los locales del ayuntamiento estaban detenidos medio centenar de vecinos. El día 25 de julio, los sublevados del pueblo decidieron asesinar a varios de ellos. El cura acudió a la prisión e intentó confesarlos con argucias y amenazas. A pesar de los ruegos de las familias y de la cantidad de huérfanos que dejaban y de que el cura sabía positivamente que todos eran inocentes y que los asesinatos se producían sin juicio ni asistencia de autoridad legal alguna, Pablo Rojo colaboró con los asesinos hasta que el último detenido subió al camión. Ese día 25 vecinos de Mojados fueron trasladados al puente que une los términos de Boecillo y Laguna de Duero y tiroteados allí. Algunos no fallecieron en el acto y cayeron al agua con vida. Por fin los remataron a todos. Uno de ellos, J.N. logró llegar herido, hasta el Coto del Cardiel, donde el guarda de campo lo remató con su escopeta.
Andrés del Amo, de Saelices. Fue un inductor fundamental de los crímenes cometidos en Villacarralón, donde era párroco, pues señaló a los vecinos que según él eran peligrosos. Años después de la guerra, vino al pueblo un cura nuevo. Estando en la plaza, un hijo de Petra Cimas, asesinada por una patrulla venida de otros pueblos ante los ojos de sus dos hijos, lo reconoció como integrante de una de las patrullas y se dirigió a él: “Usted bajaba de paisano a detener gente”. El cura se llamaba Jesús Ceinos Casero, y fue reconocido por otros vecinos como uno de los hombres que iban sacando a la gente de sus casas en el verano de 1936, vestido con un mono azul y armado con un fusil.
Teodosio era el nombre del párroco de Quintanilla de Abajo. Cuando se pidió el indulto de los condenados a muerte dijo en la puerta de la iglesia ante muchos vecinos que si les conmutaban la pena, él quemaba la sotana.

CURAS EN EL FRENTE
La presencia de curas en el frente fue frecuente. Particularmente abundaron en la zona del Alto del León. Iban vestidos con mono y armados. Otros muchos iban de visita, acompañando a grupos.
Núñez, jesuita, coadjutor de la parroquia de San Juan, en Valladolid, marchó al Alto del León en julio del 36, integrado en el grupo de falangistas como combatiente. Este cura, bastante joven, murió en un bombardeo en el Alto del León a finales de julio de 1936. Juan Martínez, cura combatiente, murió en el frente.
Padre Nevares, jesuita: recibió en San Rafael a los falangistas que se iban a incorporar al frente en julio del 36. Al llegar al Hotel Regina, donde comían estas tropas, el padre Nevares vestía mono azul y llevaba casco y una gran cayada. Era beligerante y además confesaba a los voluntarios. Ramón Arregui Moliner, falangista, quiso confesarse con él tras una escaramuza en la que disparó y mató a soldados enemigos. Después relató, escandalizado, que el cura le dijo: “Eso no tiene importancia: es la guerra”. Este cura estuvo siempre a la cabeza de las fuerzas golpistas en San Rafael, dando el beneplácito eclesiástico. Antes del golpe, había organizado en Valladolid las Cooperativas Agrarias de Derechas.
Pedro, un párroco natural de Castrillo de Duero, en julio del 36 se integró en un batallón falangista y marchó al frente. J.L. Martínez Galindo, que coincidió con él, dice que era “un cura guerrillero”.

COSAS DE CURAS
Pedro Cantero Cuadrado, nacido en Carrión de los Condes, fue capellán de la Cuarta Bandera de Castilla. En una de sus arengas pronunció esta frase: “El general Franco es de origen providencial y carismático, y por tanto legítimo. Solo ante Dios y ante la Historia debe dar cuentas”. Llegó a ser obispo de Huelva.
Ignacio Menéndez Raigada, autor del Catecismo Patriótico: “Yo soy cura, pero antes que cura, falangista”. Fue capellán y confesor de Franco.
Enrique Herrera Oria: “Los masones matan niños menores de siete años y beben su sangre en un cráneo”.
Fernando Martín Sánchez Juliá, “Secretario de Dios”, cabeza de la Iglesia, escribió una pastoral: “De los frentes saldrá una nueva España. A nosotros nos toca ayudar al parto y educar a la criatura…”.
Orosia Castán

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