jueves, septiembre 23, 2010

"Los falangistas me pelaron bien pelá"





Los falangistas obligaron a un viejo gitano a rapar con una maquinilla de pelar borricos a Ana Macías. Solo le dejó un moñito. Después, la purgaron dos veces con aceite de ricino. Y le hicieron pasear, para mofa de sus vecinos, por el centro de Los Corrales (4.000 habitantes, Sevilla). Eran los primeros días del alzamiento militar. Con 91 años, le da la risa al recordarlo. Sus agresores están muertos.

Para represaliadas como ella, el Gobierno andaluz aprobó ayer una indemnización de 1.800 euros. Un pago único como reparación moral. "Ya que los falangistas me pelaron bien pelá, yo lo voy a recoger, y se lo doy a mi niña para que me arregle y para mis nietos", contaba ayer por teléfono.

En 1936, Macías no pertenecía a ningún partido, aunque ahora se confiesa "de la rosa" (por el símbolo del PSOE). Pero servía en casa de un alcalde republicano y, encima, un militar de su pueblo se enamoró de ella. Por eso, a los 18 años, la forzaron a pasear con el brazo en alto junto a un grupo de mujeres mayores. "Nos decían: ¡venga las pelonas!, ¿por qué no cantan esas coplas?, que ustedes saben muchas coplas de soldados", rememoraba hace unos meses en su casa tras conocer la reparación económica que preparaba la Junta.


Y es cierto, lo suyo son las coplillas. Nunca le ha dado vergüenza ni contarlo ni cantarlo. Ana canturrea más que habla. Tanto que la novia de su nieto apunta sus versos, porque la abuela no sabe leer ni escribir: La otra tarde solita en el patio/ la bandera se puso a bordar/ la pillaron con ella en la mano/ el delito no pudo ocultar.

Es una estrofa de los muchos romances republicanos que esta madre de siete hijos se sabe de memoria. Y es importante porque sus recuerdos son cada vez más difusos. Así que cuando se olvida de algo, recita.

La transparencia de Ana es una excepción entre las mujeres que fueron vejadas entre el levantamiento franquista y la dictadura. Y es que, en algunos casos, hubo también violaciones. Por vergüenza, decenas de mujeres han silenciado su pasado. Hasta ahora, solo seis han solicitado información de la ayuda en Andalucía. La mayoría se ha llevado el secreto a la tumba. De hecho, Ana es la única superviviente de la represión en Los Corrales.

El pueblo de Macías pertenece a la sierra sur sevillana, la última zona ocupada por los sublevados en la provincia. Acompañada de su familia, huyó durante unos meses, pero los falangistas encontraron a esta "individua de dudosa moral", como ellos llamaban a las republicanas, en Málaga.

Su testimonio es fundamental para los historiadores que han investigado la represión más oculta del franquismo. Según el experto José María García Márquez, no es posible calcular cuántas mujeres fueron vejadas en Andalucía. En Sevilla, según sus estimaciones, superan los 500 casos.

Cuando Ana rememora la toma definitiva del pueblo, el 7 de septiembre de 1936, la alegría desaparece. Y recurre a las coplas para escabullirse. Su hija menor, Juana, revela que estuvieron a punto de matarla por orden del militar que se encaprichó de ella. Fue su hermano Juan Antonio el que se enfrentó a los franquistas para protegerla.

En Los Corrales, todos conocen la historia de la mujer más cantarina del pueblo. Esa diminuta señora que cuando iba a vender la lotería contaba cómo los falangistas le hacían gritar "alcaparrones curaos", como las verduleras en el mercado.



La copla de la pelona


-A mí me pelaron bien pelá en la Guerra Civil.


-Qué te hacían pregonar, ma.

-¡Alcaparrones curaos!, ¡alcaparrones curaos!

Ana Macías suelta una carcajada. Eso era lo que gritaban, hace 70 años, las vendedoras ambulantes para ofrecer alcaparras. Se ríe de que fue rapada por los sublevados franquistas cuando tenía 18 años; de que la obligaron a beber aceite de ricino para purgar su alma de izquierdas, y de que la pasearon por el centro de su pueblo para mofa de sus vecinos. Se ríe porque sus agresores están muertos.

Ana no pertenecía a ningún partido, pero nunca comulgó con el ideario falangista. En 1936, era la sirvienta del alcalde, un republicano, ese fue su delito. Con 91 años, recita coplillas sin miedo y camina vivaracha por las calles de Los Corrales (Sevilla). "Tuve mala suerte".

Durante el alzamiento, las tropas franquistas maquinaron un tipo de represión para denigrar a las mujeres republicanas que reprodujeron durante la dictadura: rapado de cabeza, purga con aceite de ricino y, en los casos más salvajes, violación y muerte. Este escarmiento, copiado de los fascistas italianos, tenía a las "individuas de dudosa moral" como víctimas. Así llamaban los falangistas a las militantes de izquierdas y a las esposas y familiares de los rojos. Por vergüenza, los centenares de andaluzas que sobrevivieron, no quisieron volver a hablar de ello. Muchas no se lo contaron a nadie. Ni a sus parientes. El testimonio de Ana Macías es crucial porque la mayoría de personas que pasaron por este trance ya ha fallecido. Ella es la única superviviente de la opresión femenina en Los Corrales.

A las rapadas, en Andalucía, los franquistas las llamaban pelonas. Era la forma más suave de someterlas a la vergüenza pública. A Ana la quisieron matar, pero un hermano suyo convenció a los soldados. La excusa para asesinarla fue que trabajaba para un republicano, pero revela que un militar falangista de su localidad, al que elude mentar, se encaprichó de ella. "Yo no le quería porque era un criminal".

Cuenta que la rapó un viejo gitano con una maquinilla de pelar burros en una cafetería de la plaza mayor de Los Corrales. "El pobre lloraba porque no quería". Después, con otras vecinas, tuvo que pasear gritando arengas franquistas. "Nos decían: ¡venga las pelonas!, porqué no cantan esas coplas, que ustedes saben muchas coplas de soldados".

Ana no sabe leer ni escribir, y su memoria flaquea, pero aprendió un montón de romances que hoy recuerda con precisión: "García se va a su casa/ y le dice a su mujer/ sácame el traje de gala/ que me lo voy a poner/ Estando sacando el traje/ le pregunto su mujer/ ¿Qué hacen tantos soldaditos/ en la puerta del cuartel/ No te lo quiero decir, pero te voy a abrazar/ Saca a la hija que la bese/ que me van a fusilar".

La sierra sur fue la última zona de Sevilla ocupada por los sublevados. Allí está enclavado Los Corrales, conquistado el 7 de septiembre de 1936. Entre ese mes y febrero del 37, cuando se tomó Málaga, esa franja territorial concentró el mayor número de víctimas. Según los cálculos del investigador Rafael Velasco, un centenar de mujeres fueron peladas en este municipio de 4.000 habitantes. Tantas, apunta, como falangistas había en el pueblo.

Antes de que la rapasen, Ana, con sus parientes y la familia del alcalde republicano Antonio Rueda, huyó durante cinco meses. Se ocultaron hasta que les apresaron en Málaga. Una vez en Los Corrales, durante 90 días, cada vez que las tropas tomaban una gran capital, el jefe de las pelonas, apodo por el que se conocía al falangista del pueblo que las reclutaba, sacaba a Ana y a otras mujeres a pasear. Él, sobre un caballo y con la fusta. Ellas, con el brazo en alto.

Sentadita en el comedor de su casa, Ana, que apenas mide 1,40 metros, crece con cada copla que canta. Pero la sonrisa de esta anciana que recita más que habla, desaparece cuando su familia le pide que nombre a sus agresores.

Quinientas mujeres, según el historiador José María García Márquez, fueron asesinadas en aquellos años en la provincia de Sevilla. Una cifra provisional que, advierte, irá en aumento. "En toda Andalucía es imposible calcular el número".

Para resarcir a personas que, como Ana, fueron vejadas entre 1936 y 1950, la Junta de Andalucía planea indemnizarlas con 1.800 euros si prueban con medios admitidos a Derecho que sufrieron tal represión. Según el borrador del decreto, servirán las declaraciones de los testigos. Se asume que, en estos casos, no hay documentos.

Las principales asociaciones de memoria histórica andaluzas reprochan que el reconocimiento llega tarde porque la mayoría ha muerto. La familia de Ana Macías baraja solicitar la ayuda. Testigo hay uno seguro: su hermano José Antonio, de 86 años.

ELSA CABRIA (El Pais)




De sesgar la historia nada de nada: un bando acabó con un Gobierno democráticamente elegido, se dió un golpe de estado; por mucho que desde una radio maldita se diga muchas veces que no fue así, que el golpe lo dio la izquierda, no se va a comvertir en verdad. La Derecha de este país, la gentuza que siempre gobernó esta tierra como un cortijo en propiedad, fue la causante del atraso de la nación tantas décadas, y de miles y miles de muertos: estuvieron matando hasta más de 10 años pasada la guerra civil. Mi abuelo me lo contó: un hombre bondadoso, pagó por muchos obreros, que los iban a fusilar a todos, y habían pasado más de 5 años en la cárcel desde el final de la guerra. Si no es por el dinero de este señor, más de 10 hombres habrían sido fusilados, entre ellos mi abuelo. Y sólo porque le tocó luchar en un bando en la guerra. Eran gentuza y siempre lo serán: ni siquiera supieron perdonar u olvidar, la guerra había finalizado, todo había finalizado: hubo vencedor y vencido. Lo que ocurrió después de la guerra fue mucho peor que lo que pasó en la misma. Afortunadamente siempre me gustó escuchar a mi abuelo y a otros abuelos, muchas tardes, junto al fuego. Hay muchas cosas que no se han cerrado con la dignidad que merecen, y este Gobierno debería ir cerrándolas dignamente una por una. Se han hecho cosas pero, faltan muchas por hacer.

Miguel Angel


El PP reaccionó ayer con una crítica feroz a la iniciativa de la Junta de indemnizar con 1.800 euros a las mujeres que sufrieron vejaciones durante la Guerra Civil y el franquismo, las conocidas como pelonas, que fueron rapadas y paseadas por las calles después de obligarlas a ingerir purgantes para vergüenza y mofa pública. El más duro fue el consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid, Francisco Granados, quien dijo que se trata de una medida "vomitiva" y de las "más reprobables que ha visto nunca de un gobierno".

"Me parece mal que se tase la dignidad de una mujer en 1.800 euros. No creo que eso resarza el sufrimiento que hayan podido vivir. Me parece vomitivo. Hoy hay leyes de memoria que amparan a personas de todo tipo de daño moral o físico durante la Guerra Civil o el franquismo. Creo que eso está absolutamente superado, me parece de vómito", explicó el político, informa Europa Press.La secretaria general del PP nacional, Dolores de Cospedal, también arremetió contra la Junta y detectó en este reconocimiento una forma de "dividir por ideologías". "A las mujeres que hayan sido vejadas, maltratadas, violadas o amedrentadas de alguna manera hay que compensarlas. Lo que ocurre es que hay muchas mujeres, en la actualidad, que son objeto de violación, de maltrato y de vejaciones y no reciben esta indemnización", señaló.

El PP andaluz, sin embargo, pasó prácticamente de puntillas por la polémica. La portavoz del partido, Rosario Soto, señaló que ve "bien" que se cierren heridas, pero consideró que los "grandes esfuerzos presupuestarios" del Gobierno andaluz deben ir destinados a las "agresiones sociales" en la "Andalucía del siglo XXI".

El decreto que ha levantado tantas ampollas, sobre todo en el PP de más allá de Despeñaperros, pretende ser una medida de "reparación moral" para las mujeres que sufrieron vejaciones y que, al no existir expedientes administrativos ni judiciales, han quedado fuera de las normas genéricas de compensación a presos o fusilados, según explicó el martes el consejero de Gobernación, Luis Pizarro. Las mayoría de las posibles beneficiadas han muerto. De hecho, hasta ahora solo se habían localizado media docena de casos, muy difíciles de rastrear por el manto de silencio que ha cubierto durante tantos años estos castigos reservados exclusivamente a las mujeres, a la dignidad de las mujeres.

Pizarro admitió que la cuantía económica no es elevada, si bien la intención última es ofrecer una recompensa moral, un reconocimiento público, más que tasar en dinero su sufrimiento.

El consejero dijo ayer que la crítica de Cospedal es "la cara más reaccionaria" de la derecha española y emplazó al líder del PP andaluz, Javier Arenas, a pronunciarse. El portavoz parlamentario socialista, Mario Jiménez, señaló que el PP muestra una actitud "acomplejada" respecto a la memoria histórica por lo que "nunca va a parecer que ha hecho la transición mientras no se quite estos complejos". Aseguró que, tras 30 años de democracia, el PP "debería hacerse quitar la vinculación de la derecha con la que gobernó España en la dictadura".
 

 fuente EL PAIS



Cuando veo a esta mujer y leo este articulo, es como si viera a mi abuela que muriò analfabeta, sin saber leer ni escribir, y que me contó todas las atrocidades que le hicieron pasar a ella y a mi abuelo durante la postguerra por los señoritos del pueblo, franquistas, falangistas, ... toda la gentuza que siempre gobernó realmente este Paìs.

Lectura recomendada para los que hoy se mofan de las ayudas a mujeres torturadas por el franquismo.........click-->.   Era mi tia.

Sherlock ...  buscando pistas


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