martes, mayo 03, 2011

Negros, mujeres y militarismo en EEUU

La escalada bélica que está realizando el primer presidente negro de EEUU se centra, por el momento, en Afganistán. Nada más llegar a la presidencia, a finales de 2008, envió 20.000 soldados (varones y mujeres) a ese país y preconizó una estrategia de “guerra total”, bastante nociva para la población civil, como se puso de manifiesto en mayo pasado, cuando un bombardeo estadounidense dejó unas 100 víctimas, buena parte mujeres y niños. Pero la información que los monopolios de la comunicación ofrecen sobre estos acontecimientos no es fiable, por la censura oficial y la autocensura, así que, con certeza, una buena parte de las atrocidades nos son desconocidas.
          El presidente demócrata, que ganó las elecciones gracias a, por un lado, el apoyo de la gran empresa, que resultó determinante en lo económico, así como del ejército y, por otro, de los colectivos y redes supuestamente “radicales”, anti-racistas negros, feministas, ambientalistas, gays/lesbianas, antiglobalizadores y pacifistas, ha designado como comandante en jefe del cuerpo expedicionario en Afganistán a una personalidad inquietante, el teniente coronel S. McChrystal, quien fue coordinador a las órdenes de G. Bush de las Fuerzas Especiales del ejército de EEUU, responsables de los peores actos de detención ilegal, confinamiento en cárceles secretas, torturas, pillajes, asesinatos y genocidio. Una de las unidades a su mando, en tiempos de Bush, el Batallón 519 de la Inteligencia Militar, ha llegado a ser la expresión acabada del uso del terror sin limitaciones en estado de guerra.
          Ello significa que hoy en EEU se ha fraguado una política de “Unión Nacional”, que incluye desde la extrema derecha militar, de la que McChrystal es un notable representante, hasta la extrema izquierda, para relanzar a EEUU como gran potencia. El mismo Obama (de joven, lo mismo que su esposa, simpatizó con grupos próximos a los Panteras Negras), continua la política ultra-belicista de otros representantes conspicuos de su etnia, como fueron Colin Powell, autoridad suprema del ejercito desde finales de los años 80, que lo reorganizó y planificó la guerra de Irak, y Condoleezza Rice, asesora de Seguridad Nacional de Bush, la cual preconizó una política extraordinariamente belicista, hasta el punto de que alguno de sus textos son tildado de manual de terrorismo de Estado.
          El giro copernicano que está dando el aparato militar estadounidense para alcanzar un máximo de poder se asienta hoy, en una proporción significativa, en atraer a negros deseosos de integrarse lucrativamente y mujeres aleccionadas por las instituciones en el ideario feminista. En unos y otras pone sus mejores esperanzas de supervivencia el imperialismo norteamericano, cuando se ha constituido una situación delicada para él pero, por el momento, no desesperada. Esta unión sagrada entre la gente de color y las féminas para salvaguardar y relanzar al sistema de poder mundial número uno se pone de manifiesto incluso en la cúpula del gobierno, pues no olvidemos que junto a Obama, presidente, está Hillary Clinton, vicepresidenta. El nuevo plan estratégico tiene como meta última hacer invencible a dicho aparato castrense hasta al menos mediados del siglo XXI, según sus propias declaraciones.
          Con todo ello el bullanguero radicalismo movimentista de los años 60 y 70 del siglo pasado se manifiesta como un proyecto para remozar y regenerar el capitalismo, la máquina estatal y el imperialismo en las nuevas condiciones. Se dice que el grupo humano que más está ahora alistándose en las fuerzas armadas de EEUU es el de las mujeres negras, a las que se suponía, según la torpe facundia izquierdista, “doblemente oprimidas” y, por tanto, doblemente antisistema. Pero no es así, de manera que en 20-25 años se constituirá un ejército en el que los puestos de mandos estarán, en buena proporción en manos de féminas y de gente de color. Por tanto, en caso de una futura intervención golpista de aquél (trascurridos los años citados), similar a la realizada por el ejercito español mandado por F. Franco en 1936, asunto bastante probable dada la grave crisis en desarrollo que conoce tal país desde hace ya décadas, serán los mencionados grupos humanos los que ocupen los principales puestos de mando en la hipotética junta golpista.
          Tales mujeres negras tienen ante sí, como se ha dicho, una imagen en la que inspirarse, la de Condoleezza Rice, fémina despiadada y sin escrúpulos, riquísima, ávida de poder y decidida a mantener el sistema de dominio imperial a no importa qué precio. En el entorno de Obama no escasean, así mismo, las mujeres negras de mentalidad feminista, como Melody Barnes, que es una de sus asesoras más notables, la cual probablemente esté recomendando al presidente mantener las tropas en Afganistán, valiéndose para ello de matones como McChrystal y sus lansquenetes. No se puede olvidar, tampoco, a Oprah Winfrey, una dictadora de la industria de la comunicación, apasionado del nuevo militarismo que Obama representa, muy influyente en las altas esferas del Estado.
          Ya en la guerra de Vietnam la presencia de negros era notable, pues el ejército fue la primera institución que impuso en sus filas el fin efectivo de la discriminación racial, para reclutar más y mejor. Una expresión concreta de ello es Charles Bolden, nombrado director de la NASA por Obama, que en aquella conflagración fue piloto de combate, participando en unas 100 misiones de bombardeo y ataque, actos criminales de los que hoy se enorgullece. Tales casos, mucho más numerosos de lo que algunos piensan, fueron ocultados por los grupos contrarios al racismo blanco, para promover una imagen idealizada, mítica y manipuladora de la comunidad negra de EEUU, a la que se presentó como víctima y sólo víctima, sin más sutilezas. El paso siguiente fue preconizar su “liberación” integrándose en los aparatos militares, para desde allí “vengar siglos de atropellos (sic)”, así como en los cuerpos de policía, el poder judicial, las organizaciones de mercenarios y el sistema carcelario, en los cuales los negros suelen estar sobre-representados.
          Una consecuencia a deplorar de todo ello está siendo el renacimiento del racismo, ahora en la forma de racismo negro hostil a otras etnias (no sólo a la blanca), como se puso de manifiesto en la campaña electoral de Obama, en el otoño de 2008, que fue racista de manera sibilina, sin que nadie elevase la voz en contra. Los prejuicios raciales, la idea de superioridad o inferioridad respecto a una u otra etnia, son intolerables, y siempre resultan estar fomentados desde el poder constituido, como en este caso. Para decirlo todo, no se puede ocultar por más tiempo que los Pantera Negra, mitificados hoy más allá de toda prudencia, fueron una organización racista anti-blanca, además de preconizar un capitalismo negro, y un este estatal también negro.
          La operación estratégica para fortalecer el aparato militar estadounidense, el más potente del mundo por recursos monetarios, medios tecnológicos y despliegue a escala global, incorporando a la gente negra a filas, está siendo un éxito. No menores son los logros en atraer a las mujeres, asunto que será del todo crucial en los próximos decenios. Así se está creando una máquina de violencia y terror apta para aplastar, con eficacia reduplicada, por igual a hombres y mujeres, a negros, blancos y de otras etnias, de las clases populares, en todos los países.
          De ello resulta una necesidad imperiosa, en cuatro niveles: a) revisar los contenidos del anti-racismo y el feminismo todavía en curso, en tanto que ideologías elaboradas hace ya medio siglo, a fin de detectar los fundamentales errores que han llevado a la desasosegante situación actual; b) examinar y analizar a fondo el proyecto estratégico que lleva adelante el imperialismo norteamericano para poner a su servicio a las minorías y a las mujeres como integrantes cardinales de su aparato militar (y policial), delineando una política de denuncia y lucha; c) reformular las diversas cuestiones implicada en todo ello, de acuerdo a las condiciones actuales, las del siglo XXI; d) redefinir las fuerzas de la reacción, integrando en ellas a todos los grupos y colectivos que apoyan a Obama y a su militarismo, sea cual sea la retórica de que se sirvan.
          Desde luego, quienes pretendan comprender la realidad actual valiéndose de las doctrinas más o menos “radicales” urdidas hace mucho se condena a no entender gran cosa, y a situarse, incluso sin darse cuenta, en las filas de la nueva reacción, que difiere bastante de la vieja en la formas pero no en los contenidos y metas últimas. 
                                                                   
por: Félix Rodrigo Mora

Biografía: Comencé muy joven en el movimiento obrero, acumulando una interesante y dilatada experiencia en sus luchas, así como en las vecinales. Durante bastantes años el marxismo, interpretado de la manera más radical, fue mi sistema de ideas, hasta que poco a poco logré adquirir conciencia de sus errores e insuficiencias, de manera que ahora carezco ideología explícita tanto como de compromiso organizativo. Siempre me ha producido repugnancia el mundo universitario, por lo que estoy falto de toda credencial académica. Decepcionando del activismo, tras comprender por propia experiencia su nocividad, he dedicado bastante tiempo a la reflexión y al estudio, convencido de que las teorías obreristas urdidas en el siglo XIX están ampliamente superadas por las circunstancias, y que es necesario crear nuevos marcos interpretativos para hacer frente a las nuevas realidades del siglo XXI. Formé parte del colectivo de crítica antiindustrial “Los Amigos de Ludd” hasta su amigable autodisolución. En el libro “Naturaleza, ruralidad y civilización” recojo, además de diversos análisis fruto de años de trabajo, mis recuerdos infantiles en el mundo rural castellano tradicional, deseoso de transmitir a las nuevas generaciones una imagen objetiva de cómo era aquél, en lo positivo y también en lo negativo, con la esperanza de que lo uno y lo otro sirva para la constitución de una sociedad postestatal y postcapitalista. Ahora estoy trabajando en diversos asuntos, y tengo varios libros pendientes de publicación. Mis aficiones son el arte medieval, sobre todo el románico rural, y la música tradicional campesina, en particular la de gaita, rabel, pandereta y dulzaina. Mi concepción de la vida es más estoica que epicúrea, y me considero un combatiente en pro de la cultura clásica de Occidente, que ahora las elites europeas están repudiando. Entiendo que la acción transformadora del actual orden debe tener una sólida orientación moral. Me subleva el reformismo fraseológico y demagógico de la ideología y política de los años 60 y 70 tanto como su insustancialidad intelectiva, amoralidad y desdén por los clásicos. Considero que tenemos que desechar críticamente todo eso, y sustituirlo por otro sistema de ideas, programa y propuestas que sea verdaderamente revolucionario y que al mismo tiempo integre lo mejor de la cultura clásica y de las tradiciones populares. Así estaremos en condiciones de hacer frente a la gran crisis múltiple y planetaria ya en formación.

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