viernes, abril 29, 2011

¿Internet el club de la wenaonda?

Quienes me conocen estarán sorprendidos. ¿Será verdad, habré leído bien...? ¿Es que Guillermo, ese incomprendido apóstol de una a lo menos mínima corrección en el lenguaje, en verdad escribió "wenaonda" en el título del posteo, en vez de "buena onda", o más castizo aún, "buena amistad"? Sí, estimados, lo escribí bien... para que vean que también puedo escribir mal si se me apetece. Pero la principal razón no es ésa, sino remarcar mi desprecio hacia el concepto de "buena onda".

Durante muchos años se ha venido pontificando que Internet es el mundo de la libertad de expresión. Vale que de repente China se pone nerviosilla con Google y trata de echar abajo Google China, o que Hosni Mubarak trata de imponer el toque de queda cibernético echando abajo Internet ante las protestas en Egipto (no le sirvió de mucho), pero en líneas generales, parece ser que Internet llegó para quedarse. Y como cualquiera puede escribir en Internet, entonces cualquiera en principio puede exponer sus ideas, lo que se traduciría en una libertad de expresión sin fronteras.

No voy a negar el gran papel que Internet ha jugado en la vida social de la última década, desde películas como "La red social" pasando por videos virales como el de Chris Crocker gritando que dejen en paz a Britney Spears, hasta los blogueros que han desnudado las realidades de Irak o China, las protestas por Facebook y Twitter que obligaron al Gobierno de Chile a pactar con Magallanes, por no hablar de WikiLeaks y su liberación de trapos sucios respecto del mundo. Sin embargo, no deberíamos exagerar demasiado esta tendencia, porque la propia dinámica de Internet está llevando a que la misma se transforme en el "club de los buenos amigos", o por ser más crudo e insultante, el "club de la wenaonda".

Hasta comienzos de la década del 2000, Internet era un poco la tierra de nadie. Manejar un sitio en la red era algo casi esotérico. Primero que nada, debías conseguirte un sitio, algo nada fácil considerando que el nombre de dominio debías inscribirlo. La opción gratuita y online era GeoCities, claro, pero aunque consiguieras un nombre no utilizado y un cupo disponible en GeoCities, todavía debías armar la página, y para eso debías recurrir al obtuso código HTML. Porque eso es otra cosa que no se suele mencionar: se supone que la informática debía hacer más fácil la vida al usuario, y para ello, el manejo de un sitio en Internet debía hacerse cada vez más intuitivo. Y en vez de eso, al aprendizaje de HTML ahora se le ha sumado el aprendizaje de HTML dinámico para incorporarse a la web 2.0, y...

En este punto aparecieron los servidores destinados justamente a resolver ese problema, a crear interfaces intuitivas para el usuario. ¿Tener un sitio es demasiado complicado? No te preocupes, porque ahora puedes crear un blog gratuitamente y alojarlo en Blogger o WordPress. ¿Demasiado complicado tener un sitio con videos, que además te roban una tonelada de ancho de banda? ¡YouTube al rescate! ¿Quieres tener tus fotos en línea para que todos las vean? Ya no tienes que montarte una galería tú solo, porque Flickr lo hace por tí. ¿Quieres estar en contacto con tus amigos en línea? No tienes necesidad de buscarlos uno por uno e E-Mail por E-Mail, porque si ellos tienen un perfil de Facebook los puedes localizar y agarrar. ¿Te gusta la actualización frecuente? Para eso existe Twitter. ¿Necesitas una enciclopedia en línea sobre algún tópico en particular? Consulta Wikipedia. Y todo eso sin necesidad de marearte tecleando códigos. YouTube, Blogger, WordPress, Flickr, Facebook, Wikipedia, etcétera, son la web para tontos: no debes saber nada de programación para usarlos (aunque como de costumbre, se les saca más provecho si algo sabes).

Pero aquí viene lo bueno. Resulta que esos servidores te dan soporte gratis, pero su negocio es la cantidad de gente a la que relacionan y que los usa. No pueden exponerse a demandas por contenidos potencialmente ofensivos. Y esto los obliga a imponer censura. Porque admitámoslo, las "políticas de contenido" en el fondo son censura. En Wikipedia, por ejemplo (lo digo yo que fui wikipedista y ya no lo soy), el "punto de vista neutral" puede utilizarse para acosar a las minorías hasta expulsarlas virtualmente del sitio. Puede que Wikipedia descanse en la sabiduría de las multitudes, pero las multitudes a veces también se equivocan y llevan al poder al que acabará con la democracia, o al que predica que la Tierra es plana. En los sitios de imagen y videos, por su parte, una tendencia constante es la proscripción de la pornografía, incluso del erotismo, so pretexto de la protección de los menores, como si los menores de hoy en día no supieran utilizar Google con el filtro de búsqueda desactivado para ver lo que quieran ver, simplemente mintiendo al pulsar "SI" en la sección "DECLARO QUE TENGO 18 AÑOS Y SOY MAYOR DE EDAD SEGÚN LA LEGISLACIÓN DE MI PAÍS".

No estoy defendiendo por supuesto los contenidos censurados en cuanto contenidos censurados. Considero muy bien que se persiga por ejemplo a la pornografía infantil, porque una cosa es que una persona adulta se deje fotografiar o filmar en juegos de adultos, y otra muy distinta forzar a un niño aún no desarrollado a tales actos. Pero otras cosas me parecen discutibles. Los sitios de racismo o xenofobia, por ejemplo. Es cierto que el racismo y la xenofobia son cosas malas, pero ¿alguien de verdad es tan ingenuo para pensar que van a desaparecer porque los blogs y videos y perfiles de Facebook racistas o xenófobos son echados abajo de la red? En vez de hacerlos desaparecer, van a crear un resentido que se considerará una víctima por sus "legítimas" ideas, y se va a comunicar con otras personas por vías alternativas más escondidas, y que va a ser más difícil de pesquisar aún. Si alguna de estas conductas u otra implican una ofensa para los valores de un país determinado, de tal magnitud que dicha ofensa constituya un delito, entonces será ese país, sus tribunales y su código penal los encargados de perseguirlos. El problema es cuando el servidor que aloja el blog o el video decide que esos contenidos son negativos, y los bloquea de manera unilateral.

A la vez, ellos pueden defenderse aduciendo que están en su derecho. Y por supuesto que lo están. Es su sitio, son sus computadores, son sus servidores, y el servicio es gratuito, así es que tienen todo el derecho a imponer las reglas del juego. Si yo pongo un servidor a disposición de la gente de todo el planeta para que creen sus perfiles como músicos melómanos y fanáticos de Mozart o Schubert, por poner un ejemplo cualquiera, tengo todo el derecho del mundo de echar a los que intenten incluir un perfil de Rammstein. ¿Por qué? Porque no le estoy cobrando a nadie por construirse un perfil en mi sitio, y mi sitio específicamente es para gente que le gusta Mozart o Schubert. No hay censura en ello.

Pero el punto central es que los nuevos sitios de la web 2.0, que generan contenidos dinámicos y ya no dependen de sitios estáticos escritos en el primitivo HTML, no es exactamente un paraíso para la democracia digital. Siempre queda la opción de que te construyas un sitio propio a tu gusto y sin censura, pero para eso debes saber lenguaje de programación y gastar algo de dinero inscribiendo un dominio. Si quieres tener un sitio gratis en Internet, debes ceñirte a las normas del juego que otros te dictan. Incluyendo con la posibilidad de que te borren porque infringes las políticas que ese sitio ha implementado. Poco a poco, el acostumbramiento de la gente a la sencillez de la web 2.0, sumado a la concentración de medios en unos pocos oferentes para la publicación de contenidos, ha ido convirtiendo a la antigua Internet anárquica y caótica, en una webósfera bien peinadita y ordenadita, arregladita frente al espejo. Y al que no le guste, que se vaya a jugar a las canicas al fondo del patio. Y solo.

por Guillermo Rìos.



Sherlock... buscando pistas



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