jueves, agosto 12, 2010

El Paraiso Encontrado

Los paraísos perdidos pueden ser paraísos porque están perdidos.

Con esta frase bajo el titulo que da nombre a este blog quiero expresar lo que busco  con los diferentes post que iràn sumandose en este blog, y que no es otra cosa que la busqueda de los paraìsos perdidos.
Todos buscamos nuestros propios paraìsos, muchos de ellos son comunes a muchos de nosotros, y nos hacen tan felices cuando los encontramos que por una vez somos capaces de olvidar juntos todas las diferencias que nos separan y nos unimos en la agradable misiòn de disfrutar el paraìso encontrado.


Como digo, muchos son los paraìsos buscados. Pero en algùn momento de nuestra aventurosa existencia logramos a base de tesòn y sacrificio encontrar uno. Y ese uno fuè hace exactamente hace un mes, el once de julio de dos mil diez, cuando un grupo de veintitres dieron la gloria y el paraìso a toda una naciòn entera convirtièndola en la campeona del planeta fùtbol con una exhibiciòn del arte que encierran en su interior.

Asì con ese arte se jugarà al fùtbol en el paraìso. Eso se dice por Baker Street. Con gusto, con toque, con solidaridad, con un esfuerzo grato por que lo compensa la sensacion de que el balòn te obedece, por que te entiendes con èl, por que lo cuidas, por que lo sabes manejar con el descaro de unos futbolistas desacomplejados que han desterrado el excepticismo conico y por que ademàs detràs de toda esta sabidurìa del arte del balompiè hay un grupo de personas unidas con el ùnico fin de encontrar el paraìso que se les negò a generaciones anteriores. ¡Y vaya si lo habèis encontrado!.

Un manchego pequeñito, el mas genial e introvertido, marcò el gol que le reserva una pagina en la historia y que nos enseño el camino del paraìso perdido asumiendo el papel de rescatador. Si futbolistas como estos se empeñan en ganar un partido, es practicamente imposible que lo pierdan.

Pero al margen de la èpica històrica de este grupo que obtuvo la culminaciòn, hay una historia general que no podemos olvidar, y que son todos esos futbolistas, algunos hoy ya ancianos y otros que jamàs podran disfrutar del paraìso encontrado. De todos, absolutamente de todos ellos es la gloria por haber encontrado el paraìso, pues su sudor, su esfuerzo y su sangre tambièn quedò en el camino de la bùsqueda del mejor juego español exhibido en el planeta fùtbol.


Resulta que tras años y decadas de la bùsqueda del paraìso por cuatro continentes èste iba a estar en el ùnico continente en el que jamàs habìamos osado buscar. Allì en una zona al sur de Africa estaba Invictus, concretamente en Sudafrica, en la tierra donde suenan los tambores de Nelson Mandela, en la tierra donde tanto sufrimiento y sangre ha costado y cuesta a los nativos que siguen buscando su propio paraìso llamado Libertad. Allì en esa tierra el fùbol nos ha mostrado otra buena razòn para compartir, festejar y buscar juntos los paraìsos perdidos. La culpa de todo esto fuè de nuestra Selecciòn Española de fùtbol. Bendita culpa.


Allì, en Sudàfrica, en el museo de los horrores quedaron enterradas las patadas, agresiones y los errores arbitrales que tan cuesta arriba se lo pusieron a los nuestros. Pero allì tambien quedò la ficha de nacimiento de una naciòn que se ha hecho grande en el planeta fùtbol. Cientos ha sido los nombres que participaron a lo largo de la historia en el esfuerzo por la consecuciòn de este nacimiento, dos docenas los que lo consiguieron y unos cuarenta millones de seres que junto con ellos bajo el grito de "podemos", marcados en su corazon a fuego el nombre de "La Roja" encontraron el paraìso perdido. No dirè sus nombres pues son muchos, pero sì su apellido y su pueblo... ¡españoles... de España!.


Nada es eterno. Disfrutemos pues de este paraìso el mayor tiempo posible. Y no olvidemos nunca aquello de... ¡Yo soy español!.


Fernando Muñoz

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