viernes, febrero 01, 2013

VIVIR EN EL PUTO PUEBLO

 “Queréis vivir en un puto pueblo en el quinto coño y enfermar. Y las dos cosas no pueden ser”.  

Masaenfurecida en Twitter
Yo soy uno de esos inconscientes que vive en un puto pueblo. Apenas cien habitantes, en el quinto coño, en mitad del monte y a decenas de kilómetros de la ciudad más próxima. Y fíjese usted que soy caprichoso: en caso de caer enfermo me gustaría contar con una buena asistencia médica. Un soñador castellanomanchego, ya se imaginan. Pensé que como pagaba los mismos impuestos que cualquier otro ciudadano urbanita, tendría sus mismos derechos. Pero María Dolores de Cospedal, la presidenta de esta comunidad, se cuida mucho de recordarme que no, que solo soy un paleto, que bastante tengo con respirar aire puro, que debo conformarme con poner una huerta y que no debería haber apostado por el tercer mundo. Y por si no lo sabía, que las subvenciones que nos concedió Europa durante los últimos años para revitalizar el mundo rural y evitar la despoblación han sido dinero tirado.

“Para cuando llegue la ambulancia ya nos hemos muerto”, dice un vecino de Tembleque, uno de los pueblos de Castilla La mancha en los que se han quedado sin centros de urgencias nocturnas. El Colegio de Médicos tiene una opinión similar: cerrar las urgencias pone en peligro vidas. Para Cospedal la cosa no es para tanto: solo estamos ante “un rediseño de mapas de recursos”.

¿Rediseño de mapas de recursos? Quizá con esa metáfora cartográfica Cospedal nos sugiere que deberíamos abandonar definitivamente el campo, para que volviese a ser un gran coto. Fincas privadas con helipuerto que algunos pocos campesinos palurdos vigilaríamos y conservaríamos llenas de perdices, conejos y venados, sin un solo lobo, para ocio y relax de señoritos cazadores. Ahí tienen al director general del Organismo Autónomo de Parques Nacionales, Basilio Rada, que el pasado 3 de enero participó como invitado en una montería organizada por Alberto Alcocer en una de sus fincas, que incluye una parte del Parque Nacional de Cabañeros. Con dos cojones sangrantes de ciervo sobre la cabeza, como tiene que ser.

El problema quizá sea que los que manejan el cotarro vienen al campo a cazar, pero no a vivir. Los políticos viven en las ciudades. Algunos incluso viven en unas y dicen que trabajan en otras diferentes para cobrar pluses por alojamiento y manutención. Siempre en grandes poblaciones, cerca de esos  hospitales privados tan buenos y tan bien gestionados. María Dolores de Cospedal busca siempre la excelencia en la gestión. Por eso dice que los centros de salud públicos con urgencias nocturnas atienden a poca gente, y por tanto no son rentables. Debería recordar la presidenta que la salud es, ante todo y para todos, un derecho constitucional. Un día incluso podría ponerse en lo peor: por ejemplo en que su marido, el de la señora presidenta, sufriese un dolor en el pecho y falleciese por haber tenido que recorrer más de 50 kilómetros infartado. ¿Seguiría buscando entonces rentabilidad en la sanidad pública?

Los que vivimos en putos pueblos somos ciudadanos de segunda, con las mismas obligaciones que el resto pero menos derechos. Y como por aquí no viene nadie, no tenemos ni el recurso del abucheo. Como a Wert en Sevilla o a Ignacio González allá por donde pisa. ¿Tendremos que esperar a las próximas elecciones? Para entonces por aqui no quedará nada ni nadie…
 

Sherlock... buscando pistas




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